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Jose Ismael Alva Ch.
Arqueólogo Residente del Complejo Arqueológico El Brujo
En la segunda mitad del siglo XV un poderoso imperio se expandió rápidamente desde la sierra sur de los Andes hasta la costa. Los incas dirigieron sus ejércitos dispuestos a subyugar a los pueblos de las tierras bajas con la finalidad de acceder a mayores cantidades de mano de obra, productos agrícolas, así como los conocimientos y los bienes producidos por los más diestros artesanos.
En el valle de Chicama las evidencias de la ocupación incaica están comúnmente representadas por el sitio arqueológicos de Chiquitoy Viejo, un ostentoso asentamiento de carácter administrativo. Sin embargo, existen otras infraestructuras de tipo tambo asociadas a caminos prehispánicos. Asimismo, las investigaciones reportan vestigios arqueológicos que dan cuenta de la vida cotidiana de los pueblos del litoral durante el Tahuantinsuyu. A continuación, revisaremos juntos las huellas de los incas en este valle costeño.
Figura 1. Ubicación de los sitios arqueológicos del valle de Chicama con evidencias incaicas. Mapa elaborado en base a las prospecciones realizadas por Claude Chauchat, César Gálvez y Rosario Becerra.
Este sitio arqueológico se compone de un conjunto de edificios ubicados en una pampa de la margen derecha del río Chicama. Las plataformas y las estructuras a modo de paraviento están hechas de piedra y contienen fragmentos de cerámica Chimú Inca e Inca, destacando los restos de aríbalo cusqueño.
Las exploraciones de Claude Chauchat en esta sección del valle indican que las estructuras de este sitio están en asociación directa con un camino que se dirige hacia la zona de Mocan dentro del Chicama. Dado este vínculo, Chauchat propuso que su funcionalidad fue la de un tambo, es decir un lugar de refugio y aprovisionamiento para los viajeros en tiempos del incanato (Chauchat et al., 1998, p. 34).
Este conocido sitio arqueológico está localizado en la margen izquierda del río Chicama, precisamente en una pampa del límite sur del valle y que antiguamente era cultivada. Según se estima, este lugar tuvo una extensión 1 km2, pero actualmente su área ha disminuido por el avance agrícola.
Figura 2. Plano general de Chiquitoy Viejo (Conrad, 1977, fig. 3).
Las investigaciones de Geoffrey W. Conrad han permitido entender la forma y la funcionalidad de Chiquitoy Viejo. Así, se distingue un componente principal de 300 m por 250 m, el cual está delimitado por muros de hasta 8 metros de alto. En su interior exhibe grandes patios, cinco espacios destinados a vivienda, un área administrativa y una plataforma funeraria (Conrad, 1977, pp. 4-6).
Las áreas de viviendas se distribuyen alrededor del edificio administrativo y de la estructura funeraria, los que ocupan una posición central. Por sus características y objetos asociados, las áreas de vivienda parecen haber correspondido a personas que estuvieron al servicio de los ocupantes del área administrativa. A diferencia de ellas, el espacio administrativo presenta las típicas estructuras en “U” cuya función fue servir de asiento a las autoridades indígenas. La plataforma funeraria es adyacente al área administrativa. Está compuesta por dos segmentos de celdas cuyo contenido fue alterado por saqueadores. Aun así, entre los restos dejados por los “huaqueros” se identifican bienes lujosos como el Spondylus, plumas de aves exóticas, maderas talladas, cerámica fina, textiles decorados, etc.; lo que denotaba que el personaje principal perteneció a la élite (Conrad, 1977, pp. 6-13).
Figura 3. Plano del componente principal de Chiquitoy Viejo (Conrad, 1977, fig. 4).
Si bien la arquitectura del Chiquitoy Viejo obedece a los parámetros constructivos locales Chimú, la cerámica recuperada de los sectores de Chiquitoy muestra una clara filiación al estilo inca y sus combinaciones con los estilos Chimú. Esto indica que el asentamiento debió ser construido y ocupado por los pueblos de la zona para cumplir con los intereses del Imperio Inca (Conrad, 1977, p. 14; Mujica, 2007, p. 280).
La funcionalidad del asentamiento inca de Chiquitoy Viejo debe entenderse por su asociación al camino principal que vincula el valle de Chicama con el valle de Moche. Desde este emplazamiento, los incas procuraron supervisar el tráfico de bienes de alto valor en el territorio Chimú (Conrad, 1977, p. 18). El uso del sitio se mantuvo hasta inicios del periodo colonial, pues fue en este lugar que el conquistador Francisco Pizarro se alojó mientras recibía noticia de los valles cercanos (Prieto, 2014, p. 11).
En el Complejo Arqueológico El Brujo, ubicado al norte de la desembocadura del río Chicama, se ubican los vestigios de un asentamiento Chimú que se mantuvo en funcionamiento durante el Incanato. Dicho asentamiento se caracteriza por pequeñas viviendas y plazas aglutinadas, muy similar a la existente en los sectores residenciales de la población de menor rango social de Chan Chan.
Figura 4. Plano del sector residencial Chimú del Complejo Arqueológico El Brujo (Tate, 2006).
Las investigaciones de James Tate revelaron que los grupos humanos que habitaron este sector de El Brujo se dedicaban a la pesca, la agricultura y a la artesanía. Estos segmentos sociales realizaban su vida cotidiana empleando vajilla simple y funcionalmente vinculada a la actividad la preparación de alimentos. Es notable pues que más del 75% de fragmentos de cerámica estudiados por Tate se trataran de ollas (Tate, 2006, pp. 205, 315-317).
Por otro lado, la élite que residía también residía allí tuvo cercanas relaciones con el estado incaico. De esta forma, los líderes étnicos de El Brujo mejoraron sus posiciones de poder y prestigio a través del acceso privilegiado a bienes especiales como el Spondylus, las telas finas y cerámica inca (Tate, 2006, pp. 307, 315-317, 328).
Figura 5. Fragmentos de cerámica de época Inca recuperados de los espacios de élite del sector doméstico tardío del Complejo Arqueológico El Brujo (Tate, 2006, p. 249).
A estas evidencias debemos agregar los hallazgos de dos aríbalos, vasijas típicas de la presencia inca en las provincias del Tahuantinsuyu, y de botellas de estilo Chimú-Inca, expresiones del mestizaje estilístico de lo local y lo imperial, en el frontis norte de la Huaca Cao Viejo. Estas piezas provenían de tumbas disturbadas por los saqueadores, por lo cual fue imposible identificar a los individuos que tuvieron estos objetos como ofrendas funerarias. Pese a ello, la calidad de las vasijas nos indica que aquellos personajes debieron pertenecer a la élite local del bajo Chicama.
Figura 6. Aríbalos incas de producción local hallados en el frontis norte de la Huaca Cao Viejo. Izquierda: EBBCE0000-579 (17 cm de alto). Derecha: EBBCE0000-9 (21 cm de alto).
Figura 7. Vasijas de estilo Chimu-Inca recuperadas del frontis norte de la Huaca Cao Viejo en 1993. Izquierda: EBBCE0000-22 (12.3 cm de alto). Derecha: EBBCE0000-152 (12 cm de alto).
Exploraciones en la margen derecha del río Chicama fueron realizadas por Banks Leonard y Glenn Russell en 1992, y posteriormente por César Gálvez y Rosario Becerra (2002). Ambos trabajos han permitido documentar algunas estructuras arquitectónicas asociadas a la cerámica de estilo inca.
En pleno valle bajo, específicamente en el moderno distrito de Chocope, se localizan Huaca Panteón y Cerro Esquén. Huaca Panteón presenta arquitectura que se vinculan al periodo colonial temprano, sin embargo, la existencia de cerámica inca indica que posiblemente sus cimientos sean del periodo Tawantinsuyu. En Cerro Esquén se halla un cementerio, cuyos muertos fueron enterrados con cerámica inca a manera de ofrenda. Teniendo en cuenta que estas vasijas imperiales tenían una distribución restringida entre las provincias, los individuos enterrados en Cerro Esquén debieron ser personajes de la élite del Chicama (Gálvez & Becerra, 2003).
Cerca de la desembocadura del río Chicama y al sureste del Complejo Arqueológico El Brujo, se ubican los sitios llamados Nazareno 5 y Nazareno 6. Nazareno 5 fue afectado por maquinaria y solo se pudo registrar cerámica de época inca. En contraste, Nazareno 6 presenta mayores componentes que funcionalmente parecen similares al sector doméstico de El Brujo, pues presenta conjuntos habitacionales, un cementerio con restos de cerámica inca y terrazas naturales acondicionadas para agricultura.
La expansión incaica fue el último proyecto imperial de alcance panandino. En cada valle, sin embargo, los incas expresaron su dominio de forma distinta. Esto debido a las características naturales y sociales de la región, a los intereses específicos que tuvieron los cusqueños y a la negociación del poder que existió entre las élites locales e imperiales.
En el valle de Chicama la presencia incaica no se expresa en construcciones de grandes edificios de traza cusqueña. El control es puntual y estratégico pero siguiendo los patrones administrativos desarrollados por los Chimú, algo ya advertido por Geoffrey W. Conrad (Conrad, 1977, p. 18). Aun así, lo que se observa de las investigaciones de James Tate y las exploraciones arqueológicas es que la dominación incaica se ejecutó por medio de los propios curacas o líderes étnicos locales, los mismos que buscaron mantener sus privilegios y posición social sirviendo de administradores provinciales. Nuevas investigaciones permitirán esclarecer y detallar estos mecanismos de dominación incaica en este fértil valle y seguramente ampliar la constelación de asentamientos de esta época.
Chauchat, C., Gálvez, C., Briceño, J., & Uceda, S. (1998). Sitios Arqueológicos de la Zona de Cupisnique y la Margen Derecha del Valle de Chicama. Instituto Nacional de Cultura La Libertad - Instituto Francés de Estudios Andinos.
Conrad, G. W. (1977). Chiquitoy Viejo: An Inca Administrative Center in the Chicama Valley, Peru. Journal of Field Archaeology, 4(1), 1-18.
Gálvez, C., & Becerra, R. (2003). Inventario de Sitios Arqueológicos de la Provincia de Ascope. Distritos de Chicama, Santiago de Cao, Ascope, Chocope, Paiján y Casa Grande (Segunda Parte). Tomo I: Textos y Mapas. Instituto Nacional de Cultura. Dirección Departamental La Libertad.
Mujica, E. (Ed.). (2007). El Brujo: Huaca Cao, centro ceremonial Moche en el Valle de Chicama. Fundación Wiese.
Prieto, G. (2014). Chiquitoy prehispánico: Monumentos arquitectónicos del extremo sur del valle de Chicama, costa norte del Perú. Arkinka, 220, 1-13.
Tate, J. P. (2006). The Late Horizon occupation of the El Brujo site complex, Chicama Valley, Peru [PhD Dissertation]. University of California at Santa Barbara.